jueves, 5 de mayo de 2011

Carta a la madre

Madrecita linda:
Todos mis cariños se dispersan,
y todos mis rosales se deshojan,
y todas las fragancias se me alejan.
Sólo me quedas tú, piadosa y blanca,
como nombre de amor entre mis quejas,

como hilo de agua en el desierto,
como rosa de luz entre la selva…
Eres igual a un árbol cuya fronda
llena de nidos nos protege y canta.
Madrecita linda:
Tus lágrimas se han vuelto gemas;
deja que las engarce yo

en el hilo de oro de un poema
y hacer así un collar para tu amor.

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