jueves, 29 de noviembre de 2012

Lo último en 3D, crean producción dominicana 3D estereoscópica. El trabajo se llama 3Dominicana y produce Estudios Cocuyo, visiten su web: http://www.estudioscocuyo.com/

jueves, 5 de mayo de 2011

Cuéntame un cuento mamá

Madre: cuéntame un cuento de ésos que se relatan
de un curioso enanito o de una audaz sirena;
tantos que de los genios maravillosos tratan.
Esas lindas historias que conoces. ¡Sé buena!
Dime de caballeros que a princesas rescatan
del dominio de monstruos —dragón, buitre, ballena—;
donde nadie se muere y los hombres no matan,
historias en países que no saben de pena.
Cuéntame un cuento, madre, que me quiero dormir
escuchando tu voz, asido de tu mano;
como Hansel y Gretel, seré en sueños tu hermano,
aunque en sombra andaremos tras de la misma senda
y escribiremos juntos nuestra propia leyenda,
y, tal vez, como chicos, dejarás de sufrir.

Ven madre

Ven, madre, a descansar de todos tus trabajos
hasta el jardín umbroso que cultivo en mis sueños,
a la luz de luciérnagas y áureos escarabajos
y la mágica ayuda de esos seres pequeños,
los gnomos, que se visten con trajes escarlata
y brotan cuando alumbran las primeras estrellas,
que usan zapatitos con hebillas de plata
sin dejar en el musgo la marca de sus huellas.
Cantarán para ti la cigarra y el grillo,
ocultos entre hiedras, glicinas o jazmines.
Y con las hojas muertas haremos un castillo
con muros almenados en oro y amarillo,
hasta que se deshaga por sobre los jardines
(en tanto la cabeza sobre mi hombro inclines).

A mi madre

Era una figura santa.
Era hecha de cristal:
frágil como violeta y que guardaba un rosal,
cuajado de flores blancas.
Es una imagen sagrada que adorna mi corazón,
y florece mi emoción.
Era un botón de mujer.
Violeta de vergel,
sembraba el hogar de rosas.
Cual heroína ardorosa
esparció a todos su fe
y nos enseñó a creer.
Esta es mi madre bendita
a quien ofrezco caricias
y este sencillo cantar.
Nunca la podré olvidar
Porque me enseñó a aprender,
porque me enseñó a querer,
porque me enseñó a rezar
y también me enseñó a amar
Fue frágil como un cristal,
y fuerte como un coral.

Ausencia

En la ausencia aprendí que tu nombre
es el sol que deslumbra y asombra
los azules caminos del mar!…
Y aprendí que tu nombre es el ritmo
de todo cantar!…
Y aprendí que tu nombre es la clave
de la humanidad!…
Sendero y mar… Virtud y amor…
Aroma y luz… Estrella y flor…
¡Madrecita del alma, tú eres Dios!…

Juventud

Probó mi labio el filo de la copa
y mi rumbosa juventud sensual
bebió sangra de amor en otra boca,
ciega de cielo, y loca, y pasional.
Amé el instinto de hacer el mal… La tropa
de juventud me hizo su general
porque no conocía la derrota
en el águila o sol de lo fatal.
Verlaine… Ovidio… Byron… Baudelaire…
Humo de ensueño… Formas de mujer…
¡
Y de cada pecado hice una flor!…
Beber… Besar… Caer… De boca en boca,
De dolor en dolor, de roca en roca…
¡Pero pude salvar tu dulce amor!…

La Escuela

Ojiverde, ceñudo… Flaco… Gallo
de “troya”, “trompis”, “pútzes” y béisbol,

que puso “media luna” al “papagayo”,
soñando herir al sol,
y correteaba al tren ciego de humo,
furia en los ojos y guijarro en mano,

para volver, sangrante y taciturno,
por la fuga del tren y del guijarro.
¡Faroles de Izamal que me sirvieron
para afinar el tino de mi piedra!…
¡cristales que prendieron
sus pupilas opacas en la hiedra!…
1 más 2… 3 burros… X… Z…
La cruz del alfabeto que es aún

como agobio mortal… Y la palmeta…
Y el espanto… ¡Fuera de clase, tú!…
Me hiciste un traje igual al del muchacho rico
que un día, en clase, se alejó del banco

y me llamó “borrico”
porque iba remendado mi trajecito blanco…
¡Y esa otra vez!… ¡Al recordarla vibro!…
¡Como te pusiste a llorar

porque en casa no había para comprarme un libro
y porque no tenía yo ganas de estudiar!…
En el viejo cansancio pueblerino
balbucí mis primeras tonterías
en versos que enseñabas al vecino,
leías, me mirabas y reías…
Reías con no sé qué de venturoso
de plácido, de dulce, de amoroso,
mostrándome los dientes apretados
y blancos, blancos, blancos…
Con tu sonrisa limpia me alentabas,
madre siempre tan buena,

crucificada en tu sagrado nombre,

¡crucificada en la ilusión suprema
de ver un beso transformado en hombre!…